¿Vivir solo? | Mi historia
Cuando decidí mudarme de país, una de las cosas que más me daba ilusión era tener mi propio espacio para "decorar" y vivir. (Ojalá hubiese sabido que tenía un pésimo gusto para elegir furniture). Como siempre pasa cuando finalmente te mudas, la realidad destruye a la fantasía... hasta cierto punto. Igual mudarme sola parecía imposible en el 2014.
El que vive en Buenos Aires sabe que todo el tema inmobiliario es un pequeño infierno. Al venir de otro país no tienes garantía propietaria (como una especie de fiador), ni sangre de dragón o un pelo de extraterrestre pelirrojo que es básicamente lo que piden para poder entrar a un departamento. Viví con un amigo y una amiga, luego dos amigas, luego éramos 4 en un departamento, había ya pasado un año y medio y yo seguía soñando con tener mi espacio.
Empecé a buscar sin ahorros y con un sueldo bastante apretado por no decir precario. Era como la misión imposible y arriesgarme no sé si era lo más inteligente pero estaba en esa época donde todo era una aventura, al fin y al cabo, me había mudado de país en similares condiciones.
Recuerdo que un día llegué a la oficina y empecé a descargar la frustración contándole a mi mesa lo desesperada que estaba porque quería mudarme y no conseguía nada (a este punto ya no me importaba si era sola o con roommates), el lugar donde vivía en ese momento no me gustaba y la zona me hacía sentir insegura.
Mientras les comentaba fue como si las nubes negras se disiparan dejando entrar un rayo de luz que iluminó a uno de mis compañeros que me comentó que estaba mostrando el dpto de una amiga que vivía lejos de la ciudad y que si me interesaba lo podía ir a ver, que no necesitaba garantía ni intermediar con inmobiliaria.
Acordamos un día luego de salir del trabajo y fue así como llegué al departamento. Supe apenas entré que sería mi hogar. Tenía un balcón en un piso alto desde donde podía sentarme a ver los autos pasar como hacía de chica, muchos clósets para guardar cosas (nunca ropa); tenía una tina para relajarme y pasar horas viendo películas como en mis fantasías y tenía el espacio suficiente para no tener que matarme limpiando (Igual me cuesta).
Empecé a buscar sin ahorros y con un sueldo bastante apretado por no decir precario. Era como la misión imposible y arriesgarme no sé si era lo más inteligente pero estaba en esa época donde todo era una aventura, al fin y al cabo, me había mudado de país en similares condiciones.
Recuerdo que un día llegué a la oficina y empecé a descargar la frustración contándole a mi mesa lo desesperada que estaba porque quería mudarme y no conseguía nada (a este punto ya no me importaba si era sola o con roommates), el lugar donde vivía en ese momento no me gustaba y la zona me hacía sentir insegura.
Mientras les comentaba fue como si las nubes negras se disiparan dejando entrar un rayo de luz que iluminó a uno de mis compañeros que me comentó que estaba mostrando el dpto de una amiga que vivía lejos de la ciudad y que si me interesaba lo podía ir a ver, que no necesitaba garantía ni intermediar con inmobiliaria.
Hoy ya pasaron casi 3 años de ese momento, estoy en un punto donde todas las cosas que soñé tener las fui realizando poco a poco. Tuve muchos momentos de ansiedad extrema, frustración pero sobretodo miedo a fracasar, (aún lo tengo). Entré a ese departamento con dos maletas, una llena de ropa de invierno y otra con libros y plantas. Ahora tengo todo un flete porque esas dos maletas se transformaron en toda una casa.
Les cuento esto porque sé que hay muchas personas que como yo se han ido de su ciudad o país en busca de un mejor estilo de vida y quiero que sepan que esta es su oportunidad de construir un hogar como lo desean, más allá de las cosas materiales este es el momento de hacer las cosas tal como quieren, desean o sueñan.
Cada tanto yo voy haciendo como una retrospectiva sobre mi vida después de emigrar y me sorprende la evolución como persona que vas teniendo. Tus prioridades cambian, tus metas cambian y tu cabeza cambia. Poco a poco vas notando cómo te haces adulto y que regar las plantas, alimentar al gato y pagar la factura del gas se hacen preocupaciones recurrentes... limpiar nunca, por supuesto (Sorry, mom).
En los comentarios pueden contarme sus experiencias o si tienen preguntas también las pueden hacer. Gracias por leerme y acompañarme en esta aventura que no termina.
Besos,
L.
0 Comentarios