¡Me operaron de emergencia en Buenos Aires!


¡Hoy vengo a contarles una de mis tantas historias inusuales en Buenos Aires! 

Como saben había dejado el blog un poco abandonado los últimos años, la idea es poder ponerme al día con temáticas que podrían ayudarlos o al menos entretenerlos un rato. 

Esto que les contaré pasó en agosto justamente pero de hace 3 años. Tenía 3 meses de haber llegado a Buenos Aires y estaba en la víspera de mi primer día de trabajo. En ese momento vivía con dos amigos. Uno de ellos, Fran, me dijo para ver una película antes de dormir, accedí pensando que tal vez así me daría sueño así no me quedaba en vela toda la noche por los nervios de comenzar mi primer trabajo en ¡MI NUEVO PAÍS!

La película que no recuerdo ni cuál era no tenía ni 20 minutos de empezada cuando empecé a sentirme mal, al principio se lo atribuí a los nervios, luego a la cena. Mi otra amiga ya estaba dormida y le pedí a Fran que fuera a la farmacia a comprarme una pastilla efervescente que me ayudara a sentir mejor. No pasó sino el contrario, empecé a vomitar y a tener dolores abdominales cada vez más fuertes, a tal punto de que yo (que odio los médicos, hospitales y medicinas) le pedí a Fran que googleara el hospital más cercano a casa.

Para ese momento me quedaban mil pesos  de "ahorro" únicamente ($60 dólares aprox.), no tenía seguro médico, trabajo o algún familiar cerca. Éramos mis amigos y yo. Recuerdo que saqué el dinero del cajón, se lo di a Fran y le pedí que me llevara a un hospital. Ahí creo que él entendió que todo el dolor era real y no mis nervios pre laborales.

Mientras caminábamos una cuadra a la avenida para tomar un taxi, yo iba dejando mi bilis en cada árbol que veía e intentaba pararme derecha pero ¡El dolor era muy fuerte! Finalmente nos subimos al taxi y a pesar de que el hospital quedaba a unas 34 cuadras de mi casa, yo sentí que fui hasta Bolivia en ese viaje ¡ETERNO!

Llegamos al hospital a eso de las 3 de la mañana, mi cara de dolor hizo que milagrosamente todo el proceso de espera se omitiera y me metieron en un cubículo, a partir de este momento mis recuerdos son confusos. No sé cuánto tiempo pasó pero entró una doctora con un enorme aparato para hacerme un eco y solo recuerdo que dijo: "Ah, tienes cálculos en la vesícula y hay que hacerte cirugía" ¿¡CIRUGÍA!? ¡PERO NUNCA ME HAN OPERADO! ¡ESTOY SOLA! ¿CUÁNTO CUESTA ESO?... ¡ME VOY A MORIR! ¿ME VOY A MORIR? por suerte en ese momento los analgésicos hicieron efecto y creo que me dormí un par de horas.

Ya más calmada pedí hablar con un médico, necesitaba explicaciones. Sobretodo porque si llamaba a mi madre, ella me las pediría y yo no sabía bien lo que estaba pasando. Me explicaron que uno de los cálculos había tapado la salida de la bilis y eso había hecho que se inflamara toda la vesícula y por eso sentía el dolor, que tenían que sacarme los cálculos y la vesícula pero primero debía estar hospitalizada con un tratamiento porque así inflamada no la podían sacar.

Ya eran las 8 de la mañana y para ese momento mi otra amiga había llegado para hacerle relevo a Fran. Ambos estaban tan confundidos como yo con todo el asunto ¿cómo pasé de tener el pijamas esperando mi primer día de trabajo a estar hospitalizada? ¡OH, DIOS MÍO, EL TRABAJO! Le pedí a Luisana que le mandara un mail bastante increíble a Recursos Humanos explicándole qué me había pasado, que la mantendría al tanto y que ¡POR FAVOR NO ME DEJARAN SIN TRABAJO! Por suerte no hubo problema. (Luego les contaré un poco de mi experiencia laboral, pero da para otra entrada en el blog).

A las 7 de la noche me pasaron "a la habitación" que era realmente un área común de solo mujeres con distintos casos esperando por ser operadas o en tratamiento. Cada cubículo era lo suficientemente grande para que entraran 4 camas con espacio suficiente entre ellas para no morirnos de claustrofobia y recibir visita durante 1 hora y media al día. ¡Sí! Tenía que estar sola el resto del día... en otro país... sin mi familia.

Los primeros 5 días estuve con medicamentos sin poder comer absolutamente nada, esto evitaba que mi vesícula generara bilis y por ende  la inflamación bajaba. Luego pasé una semana más comiendo pero "en tratamiento" para poder estar apta para ser operada. En ese transcurso me habían dado muchas medicinas y comida ¡GRATIS!

Le avisé a mi familia de todo lo que estaba pasando 2 días después de haber sido internada, como siempre, intenté que pareciera lo más gracioso del mundo y fingí estar anímicamente estable. Convencí a mi madre de que todo estaría bien y que no era necesario que perdiera dinero viniendo porque igual no podría quedarse en el hospital. Creo que lloré todas las noches que estuve allí.



Era la más joven de todo el piso, me hice amiga de todas las señoras (rango etario de 50 a 70 años), todos los días jugaba sudoku y hacía sopa de letras que mis amigos me llevaban, me leí dos libros y como no había Wi-Fi justo en mi cubículo, gasté la mitad de mis ahorros en crédito para poder escribirle a la gente. En ese momento no había Netflix, Spotify (muy caros para mi presupuesto) o Instagram Stories para divertirme. Un par de veces le pedí a las enfermeras que me dejaran salir al parque del hospital durante las visitas para tomar un poco de aire, de resto tenía que estar acostada.



Pasaron casi 2 semanas cuando por fin me operaron. Fue laparoscópica o por laparoscopia, todo muy rápido y los médicos un amor total. Recuerdo que lo primero que pregunté fue: ¿cómo soy por dentro? (creo que producto de la anestesia, uno se pone más idiota) y el médico me respondió que era igual que por fuera, hermosa. ¡SÍ CLARO! Me dijeron que evitara hablar y que debía caminar poco a poco, que si todo estaba perfecto al otro día ¡PODRÍA IRME A MI CASA! Con ducha privada... con mis amigos... con mi almohada. Pasaron 3 horas desde la cirugía y yo ya andaba caminando de un lado a otro diciéndole a los médicos que me vieran, que estaba perfecta para irme.

Al otro día me dieron el alta, me despedí de todas mis nuevas amigas, de los doctores y me fui finalmente a casa a ser feliz a dieta por 3 meses y sin poder hacer esfuerzo por una semana.



¡Ah, para los que se preguntaron! A la semana siguiente de esa foto me quitaron los puntos y al día siguiente empecé a trabajar. Creo que nada hubiese sido lo mismo sin mis dos amigos visitándome a diario.

¿El hospital? Pirovano. Aquí información acerca de él. No pagué absolutamente NADA durante las 2 semanas y algo que estuve, tampoco después. La comida era rica (nivel hospital) y la atención fue muy buena. (#DATOdeColor: Me enamoré de uno de los residentes, lo agregué a Facebook al llegar a mi casa y jamás me aceptó...). 

¡Besos! 
L. 

0 Comentarios