¡Me fui al sur con $300 dólares! Parte I.

Bitácora de cómo me fui (vine) al sur con US$300.

¿Por qué la locura de irme con tan poca plata en vez de viajar tranquila? Porque mi país tiene control de cambio y los dólares a los que podría acceder, nunca llegaron.

El que me conoce sabe que puedo ser terca y pensando en que estuve 3 años deseando este viaje y 3 meses ahorrando, un «no iré» no estaba entre mis opciones.

Mi viaje era un miércoles. El viernes antes a la partida empezaron los nervios y no por cualquier cosa, sino por uno de los items más importantes: El dinero.

Para ponerlos en contexto, en Venezuela al existir control cambiario, debes hacer una especie de trámite y así optar por tu “cupo” de dólares anuales. Lo pagas a un monto más bajo que el paralelo pero solo puedes acceder a $500 en efectivo y $2.500 con tarjeta de crédito, esta última en mi caso no era posible porque mis intentos por adquirir una no fueron exitosos NUNCA. Aclarando esto, continúo la historia.

Hice todo mi trámite con antelación y pasaban los días y yo seguía sin saber si me aprobarían la solicitud o no. Me había gastado todo mis ahorros en ese trámite y en el boleto, no tenía un plan B.

Organicé la maleta el martes a la noche sabiendo que existía la posibilidad de tener que deshacerla en menos de 24 horas. Pero mi mente prefería pensar que en unos días estaría en Buenos Aires por primera vez y durante 13 días.

Miércoles a la mañana. Aún si respuesta organizaba los papeles. Boleto Maracaibo > Maiquetía. Boleto Maiquetía > Sao Paulo y el de Sao Paulo > Buenos Aires; tenía la maleta y el sistema nervioso ya colapsado. Luego de un par de llamadas: Negativa la respuesta. No habían aprobado mi solicitud y mi primer avión salía en 3 horas y media.

Entre lágrimas de frustración, llamé a mi padre para pedirle que me consiguiera 300 dólares que en el mercado paralelo era lo único que podía pagar. No tardé en escuchar: “es una locura que te vayas con tan poco, pasarás mucho apuro”. A esta altura ya no pensaba en consecuencias, necesitaba irme de vacaciones por el estrés pre vacaciones.

Mi padre me llevó el dinero, llamé a mi madre para despedirme y confieso que un par de lágrimas se escaparon al ver que finalmente lograría conocer la ciudad que me tenía encantada varios años atrás.

3 de la tarde: No aguanto el calor que hace en el aeropuerto (el primero) recuerdo que no he comido en todo el día por los nervios pero falta poco y hasta que no esté sobre el primer avión no podré pasar bocado.

5 de la tarde: Vuelo nacional. Recuerdo que odio volar, aún tengo energía. El vuelo está retrasado pero tengo tiempo de sobra. Si llegué hasta este punto, no había nada que pudiese salir mal.

7 de la tarde: Hola maiquetía, necesito cargar mi celular, comer algo y esperar a las 10 de la noche para poder hacer el chequeo rumbo a Brasil. Empiezo a sentir el cansancio de los días previos sin dormir bien.

10:30 de la noche: comerme una pizza luego de chequear fue una muy mala idea, siento ganas de vomitar. En el Duty Free me vuelvo loca comprando todo tipo de galletas, chicles y cosas que puedo pagar en bolívares con lo que me quedó de sueldo y que me sacarán de apuro durante las próximas horas.

12:15am: Estoy en el avión camino a São Paulo, será mi segunda visita. Repaso todo el plan para las primeras horas en Buenos Aires teniendo en cuenta el nuevo presupuesto.

3am: el cielo en algún lado de brasil se me reveló en su mejor presentación. No sé cómo describirlo. Son muchos colores en medio de la noche y las estrellas. No dormí más de dos horas, hace calor y este asiento no es nada cómodo.

8am hora de São Paulo: llegué al aeropuerto buscando dónde cargar mi celular para dar señales de vida a mi familia en Venezuela los cuales se debaten entre la locura de irme con tan poco dinero y el hecho de que según ellos no volveré al país. Conseguí cargar mi celular 30%, me quedé dormida en la banca 3 veces, estoy tan cansada que me da miedo quedarme dormida y despertarme con un órgano menos y sin dinero. Un nuevo desafío: no tengo wi-fi, no hablo portugués, no sé usar el teléfono público y tampoco sé cómo comunicarme con mi familia. El cansancio no me deja pensar, por lo que decidí calmarme y descansar, total, tenía 12 horas de tránsito. Descubro los tomaderos de agua y el pepito que había comprado en el Duty Free se hacen mis mejores amigos.

En este momento, son las 13:46 mi vuelo sale a las 18:40. Un avión más y llego a mi destino. En mi mente repaso el plan: llego a Ezeiza, pregunto dónde puedo cambiar 10 dólares, compro un pasaje de bus aeropuerto > ciudad. Tomo el 152 en Retiro y debo bajarme antes del viaducto de Carranza. Camino dos cuadras y debería encontrar la casa de Valería, mi mejor amiga que vive desde hace años en Argentina.

No puedo esperar.

Total: 300$ intactos. Si quieren leer la segunda parte y ver fotos, clic acá.

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