Buenos días Chuao
Algunos supieron y otros no, me fui de "vacaciones" a Chuao (Edo. Aragua) el 1 de enero para celebrar el comienzo de año en la playa, no soy tan supersticiosa, pero, en parte fui para darme ese baño "energético" en la playa y así venir lista para las cosas buenas que trae el 2013.
Al principio iba sola (idea que a mi madre no le gustó del todo) pero luego de buscar compañero/s de viaje encontré a dos que luego se multiplicaron en el transcurso de la aventura.
Haré lo más resumida posible la historia, por eso estará como dividida en etapas.
¡Yo mejor me voy, me largo de aquí...!
Lo primero que me tocó hacer fue buscar la mochila y desempolvar mi carpa y sleeping, pues la idea era ir a lo Supertramp style y dejar atrás esa parte de mi biografía que decía "mochilera frustrada".
Después de rogar por unos pasajes para un día feriado, comprar el repelente y todo lo que yo consideraba "necesario" en caso de emergencia, empaqué mi mochila. Que por cierto pesó aprox. 25 kilos.
¡Feliz año!
La aventura comenzó a las 7 de la noche del primero, el bus iba directo a Caracas (fue el único que encontramos que salía ese día) por lo que tuvimos que estar pendientes de no pasarnos de Maracay. A las 5:30am el bus paró y nos dejó en el borde de la autopista Regional del Centro. Saltamos un barranco, agarramos un bus y llegamos al terminal de Maracay para ver cómo era el proceso para llegar a Choroní. Ya había cola para agarrar uno de esos famosos buses de los cuales había leído tanto. Decidimos ir a casa de una amiga de una de las que iba conmigo en el viaje para descansar y hacer las últimas compras. A las 2pm nos devolvimos al terminal y nos encontramos con 350 personas haciendo fila con el mismo destino que teníamos nosotros, está demás decir que casi me pongo a llorar pues veía la playa más lejos de lo normal.
Señor, ¿Va a Choroní?
¡GRACIAS A DIOS! Un señor con un carro color beige y aire acondicionado se apiadó de nuestros 3 pobres cuerpos que juntos a las mochilas valían por 2. 130bsf por persona fue el precio que tuvimos que pagar por ir "más rápido", sin colas y cómodos. Llegamos al malecón de Puerto Colombia a las 4:30 de la tarde para agarrar el último medio de transporte hasta nuestro destino, una lancha.
A Popeye le gusta esto.
Tengo que confesar que soy bastante amante de la seguridad y no me gusta sentirme desprotegida (cobarde como quién dice) y que me entró un miedo super loco que vine a confesar en la mitad del viaje y junto a carcajadas para no verme tan boba. Las olas eran grandes y la lancha parecía un columpio. Al fin llegamos a nuestra meta: CHUAO.
Evolucionando de "mochilera frustrada" a "En algún momento de mi vida, fui mochilera".
Lo primero: ¡A armar las carpas! Debo confesar que me dio orgullo recordar cómo hacerlo. Luego de desenrollar el sleeping, acomodar la mochila y por último ordenar la comida, nos pusimos a ver qué podíamos cenar. Esa noche las estrellas hicieron su mejor espectáculo. ¡Finalmente todo lo que había estado imaginando durante 2 semanas se había hecho realidad!
¡Empieza la aventura explorando nuestro al rededor!
Anécdota: La primera vez que me metí en el mar, una ola se llevó unos lentes que había comprado el día anterior. Gracias.
Empezamos a caminar conociendo todo lo cercano a la orilla. Casas, carpas, más carpas, caminos, palmeras, muuucha arena y de repente a 10 minutos: BAMB, un río. Empezamos a caminar unos 15 minutos por uno de los bordes y encontramos "el point" (el punto) perfecto para meternos por primera vez. ¡EL FRÍO! Pero el río se convirtió en nuestra -bañera- natural durante los próximos 5 días.
¡Siento que me voy a morir, pero me gusta!
El segundo o tercer día, ya no lo recuerdo (el tiempo en la playa es infinito), contratamos a un guía para que nos llevara al popular Chorrerón, una cascada de 70 metros de altura en pleno parque Nacional Henri Pittier a 3 horas de caminata. Tenía unas botas "montañeras" que había comprado hace muchos años para un viaje que no se dio y unas sandalias de cierre mágico que no tenían ni un poquito de mi confianza. Empecé con estas últimas y luego de pasar el río la primera de las 20 veces que exigía el recorrido, me las quité para ir descalza. A las 2 horas, después de pasar el cauce 16 veces, haberme clavado infinidad de ramas y piedras decidí ponerme mis botas las cuales duraron 10 minutos. ¡Las suelas se desprendieron y bueno nada, descalza otra vez! Llegamos a la cascada, el viento tan frío como Mérida, el agua tan fría como la de la nevera y el hambre tan grande como nunca. Estuvimos una hora bañándonos, tomando fotos, comiendo y descansando. Llegó el momento de devolvernos. El 80% del trayecto lo hice sola, pues el grupo se dividió y yo decidí aprovechar para meditar y sentirme autosuficiente como "McGiver".
Tip: ¡No lleven una mochila con cosas y asegúrense de que sus zapatos estén en perfectas condiciones para aguantar ese trote! Lo que sientes en la cascada es mágico, vale la pena.
¡Lo he logrado, HE SOBREVIVIDO!
Logré llegar al punto inicial del recorrido, con posiblemente 5 kilos menos. Tomé agua del río, me caí por un barranco, me lancé de una piedra y nadé de una orilla a otra, me sentía Valentina Quintero por primera vez y no lo había podido grabar.
Las siguientes 24 horas resumidas en 9 segundos
Deshidratación, dormir, vomitar, dormir, suero, dormir, pastillas, dormir. Me perdí la parranda de reyes magos en el pueblo de Chuao, pero los cuentos que escuché fueron suficientes para estar feliz. En serio, me había sentido muy mal.
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(Por: Vans Carrizo) Uno de los días en los que nos dedicamos a disfrutar el paisaje. |
¿Qué día es hoy?
Luego de recuperarme finalmente, pude disfrutar del último día en la playa. ¡No podía creer que ya fuese domingo 6 de enero! Aproveche para observar a todos jugando, conversando, escuchando música y la última cena en un restaurante que siempre estaba muy animado.
Nota: Las primeras noches cocinamos en casa de Judith, una chica super chevere que puso a la orden un enchufe para cargar las cámaras, teléfonos, conectar una hornilla y cocinar. Luego, por hacer explotar uno de los cables (aún creemos que fue nuestra culpa), nos mudamos a este restaurante que parecía no dormir nunca.
¡De vuelta a casa!
El titulo suena corto, pero el viaje de regreso realmente no lo fue. Nos devolvimos uno de mis compañeros mochileros y yo, pues mi otra compañera se perdió en la selva y no la encontramos (es broma, se quedó unos días más). Estaba feliz de poder volver a mi casa, créanme, la arena no es tan cómoda como parece. Me abrumaba sólo pensar en el recorrido de vuelta.
A las 9am agarramos la lancha Chuao - Choroní. Mientras me despedía de esa linda playa, le daba gracias a Dios, a Poseídon y a Popeye porque las olas no estaban tan fuertes como la vez pasada. Llegamos a Choroní y caminamos todo el pueblo disfrutando el paisaje hasta llegar a un terminal con al menos 200 personas esperando el bus que los llevaría a Maracay. Mientras estabamos en la fila recapitulé los días, estaba menos blanca, mis piernas todas picadas por insectos no identificados, llena de arena aún y una sensación de relajación que me duró poco, pues luego de 4 horas en el terminal llegó el bus de la muerte.
¡El reggaeton debería morir junto con los días de relax!
Este es el panorama: un bus a 100kph entre la montaña en una vía donde sólo pasaba un carro y la música (reggaeton) a todo volumen. ¡ESTO ES SUICIDA! Divertido, pero suicida. No sé cuanto tiempo pasó pero llegamos vivos a Maracay. Compramos los pasajes para Maracaibo y estuvimos volviendo a la vida real hasta las 7pm que salimos de vuelta a casa.
¡Hola ya llegué!
Quería llorar pero aún no sé si por el final de mis vacaciones o por estar en mi casa. ¿Lo volvería a hacer? Sí, en unos meses tal vez. Valió la pena todo. Venezuela realmente me sorprende siempre con sus hermosos paisajes y me gusta recorrerla y vivirla así.
Entre las cosas que me dejó este viaje, están las personas que me acompañaron y las que conocí allá:
Mis compañeros mochileros:
Vans Carrizo que fue mi enfermera cuando pensé que iba a morir y además la chef del viaje.
Yoendry Prieto que caminó muchísimo conmigo, me tomó la foto más cómica del viaje y además se unió de una vez al viaje cuando se lo propuse.
Las personas que conocí en Chuao:
Gustavo, Katy, el interesante David Agreda, Arianna, Gabo, Judith y Chavela, la señora que se encarga de mantener los baños de Chuao limpios, les juro que fue el personaje más cómico del viaje.
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(Por: Vans Carizzo) De izquierda a derecha: Yoendry, yo, David, Gustavo, Arianna y su novio. |
Si tienen alguna pregunta sobre el viaje, o si quieren algún consejo para ir, no duden en decírmelo por aquí o por twitter.
Todas las palabras que salen de color distinto son links con historias o información :)
Besos, Luimi.
2 Comentarios
Que agradable tus comentarios sobre nuestro estado, yo agregaría que Chuao es el pueblo más seguro del litoral aragüeño, además de sus bellezas naturales. Una experiencia que le recomiendo es hacer el recorrido a pie por el sendero Turmero Chuao, el recorrdio dura 12 horas a pie, sin embargo para disfrutarlo se debe tomar con calma. Yo lo he hecho en dos días, un días 6 horas, pernoctamos en el Guardaparques "Simón Machado" y continuamos al dia siguiente bien temprano para llegar por la tarde a Chuao. Hay que preparar las condiciones físicas y no llevar mochilas tan pesadas.
ResponderBorrarSaludos desde Maracay
joseperezleal@gmail.com
Muchísimas gracias por la recomendación.
BorrarLo anotaré para la próxima vez que viaje a ese paraíso.
feliz día.