Rituales, tradiciones y anécdotas #1

Empiezo el primero de estos relatos con Adri, o Felino, como prefiero decirle (por su usuario de Twitter), no tenemos mucho conociéndonos, entró a mi oficina invadiendo mi espacio imaginario y luego de peleas gatunas, se ha convertido en una de esas personas especiales con las que me río y comparto 10 horas al día. No la voy a describir mucho, pues por más que intente es una caja de pandora. Conversando un día acerca de las muchas locuras que hacen las personas en navidad, descubrí que su familia es bastante numerosa. Por eso, la invité a que escribiera parte de su historia en mi blog.
Estos relatos que leerán a lo largo del mes, son escritos netamente por sus autores. Todo con la intensión de ver que no estamos solos en las locuras que nuestras familias, año tras año, hacen.

Solo nueve minutos
11:52 pm, 31 de diciembre y la casa está llena. No hay un solo espacio sin gente, la cocina está cuajada de olores penetrantes y ahora es que me percato que es tarde; ¡Tardísimo!
Hay que atravesar un terreno difícil; los primitos corriendo, la familia bailando y los perros con camisas navideñas hasta que puedo subir las escaleras.
El procedimiento es simple: una maleta que quepa lo necesario y cambiarse los tacones por unos buenos zapatos bajos porque hay que correr. Pasaporte ✓, cédula ✓, dinero ✓, un cambio de ropa ✓, otros zapatos ✓ y las pantys amarillas ya me las puse. Solo faltan las lentejas en los bolsillos y lo más importante, las uvas del tiempo.
Ya son las 11:55 y me lanzo escaleras abajo. Hay que ayudar a traer los vasos, las uvas y el vino mientras mi papá sintoniza Radio Valera, una tradición inamovible. Cuando el locutor bufa “¡Faltan 4 minutos para las 12!” sabemos que tenemos que salir al porche con mucha ansiedad.
En menos de dos minutos hay que empezar a engullir 12 uvas, pedir un deseo por acá una y por fin desear feliz año nuevo. Jamás he podido decirlo bien sino hasta las 12:02 am, tengo la boca colmada de fruta, vino y hay que pasear con la maleta para viajar el año siguiente; a esta tradición se unen unos 13 parientes. Y sí, funciona.
Al regresar a la casa vienen muchos abrazos y la alegría es tanta que la podemos embolsar, también el montón de semillas de uvas por todas partes.
Todo pasa muy rápido, nueve minutos. Los nueve minutos que atesoro todo el año hasta que llega el 31 de diciembre siguiente.

Adriangela, nacida en Valera - Trujillo, es licenciada en comunicación social, mención impreso, egresada de la Universidad del Zulia, es una freak con la ortografía, come libros, ama los gatos y el color púrpura.
Pueden conocer más de ella en su Blog y en Twitter (Clic a las palabras).
Gracias a Felino por unirse a este pequeño proyecto.

¡Se vienen más historias! Unas más locas, otras más tradicionales... historias inolvidables que le ocurren a las personas el mismo mes!
Besos, Luimi.

6 Comentarios

  1. Me gustó mucho y me emociona leer este tipo de cosas de otras personas, ¡super interesante esto que se viene en tu blog!

    Besos

    www.myfunkycloset.blogspot.com ♥

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    1. ¡¡Gracias Maru!!
      Sí, a mi también me encanta leer las costumbras de otros, ese fue el motivo principal de crear este pequeño proyecto, no sé si por entrepita o curiosa jajaja. Pendiente esta semana.

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  2. Me emocionooooo!!! Nosotros comemos uvas, hacemos un circulo, dinero en un pie y en la mano, el pie alzado para comenzar bien el año, las maletas, el vino, las naranajas jajajajaja. Ya quiero leer los siguientes :D

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    1. Gracias Wale :')
      Oh sí, sé que te vas a identificar con uno que viene próximo, por lo del dinero en un pie jajaja <3

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  3. Jajajaj¡Buenísima! Ansío leer más anécdotas de éste tipo.

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    1. ¡¡Gracias Isabela!! :D Ya salió la segunda ;)

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